miércoles, 20 de febrero de 2013

Oren mucho, porque la batalla es entre ángeles y demonios en la nueva elección papal.


Diálogos en el silencio de Dios

12 febrero 2013
10,19 de la mañana
 

Esther:
Jesús, estamos confusos y desolados porque el papa Benedicto XVI ha renunciado al papado.

No obstante, en el fondo de mi corazón, siento una alegría inexplicable porque veo más cercana Tú venida a nosotros.
No me atrevo a preguntarte qué ocurre, Señor porque me considero una nada ante Tu sabiduría y Tu manera de dirigirnos.
Pero hace un momento, estaba trabajando al ordenador y he sentido una llamada Tuya para hablar conmigo.
He dejado lo que estaba haciendo y me he replegado sobre mí misma para olvidar todo aquello que no seas Tú.
Aquí me tienes de nuevo, Jesús.
Con dudas sobre qué me ocurre.
Con asaltos a mi mente diciéndome constantemente que esto es una quimera, que no eres Tú quien se dirige a mí para los demás.
Pero me dijiste una vez que era Tu voluntad la que había elegido mi pobre persona como instrumento.
Y yo no quiero ser ni siquiera orgullosa para negarme a ser lo que Tú quieras que yo sea, si quieres que yo sea Tu altavoz, heme aquí Señor.
Si quieres que sea Tu silencio, heme aquí también para Ti, Señor.
Sólo dame a conocer Tu voluntad y dame el don de la humildad total para no considerarme nada ante Tu maravilla.
Porque sé que siendo nada, Tú puedes hacer grandes obras por mí.

Jesús:
Esther querida, niñita cada vez más pequeña ante Mis ojos y Mi corazón.
Si, requiero que te anonades para hacer Mi obra en ti.
No quieras hacer nada, sino sólo obedecer.
Si sientes Mi moción, escúchame atenta.
Yo no permitiré que yerres porque es limpio tu corazón.
Así pues, gracias por tu docilidad, gracias por el amor que me das, gracias por tus pequeños sacrificios que para Mí son un mundo de deleites.

Quiero que digas a todos Mis hijos que estéis tranquilos.
He sido Yo quien le he revelado a Mi hijo Benedicto mi voluntad de que deje la silla papal.
He sido Yo, directamente a su corazón, quien le ha manifestado Mi proyecto.
Él ha sufrido mucho ante esta decisión pero Yo lo he consolado tiernamente desde que Me manifesté a él.
Así pues, Mi hijo Benedicto goza de paz y vendrá pronto a Mi reino.
Pero se acercan los momentos finales en los que necesito guerreros fuertes que sostengan a todos Mis hijos.
Ahora necesito todo tipo de soldados porque el enemigo ha armado ya a sus huestes.
Dije a Mi hijo Benedicto que consagrara este año a la fe porque a partir de ahora tenéis que vivir de fe.
Todo, exteriormente, irá en contra de vuestra fe.
Os negarán, utilizando la razón y la ciencia, lo que Yo os he manifestado.
Quiero que hagáis todo lo posible por aumentar vuestra fe mediante la meditación de Mis milagros.
Porque los milagros ocurrieron por la fe de Mis hijos.
Y Yo quiero hacer milagros en el mundo en que vivís porque sólo los milagros pueden arreglar ya el estado de las cosas y de las personas.
Quiero hacer milagros de conversión entre vuestros hermanos pero necesito vuestra fe para beneficiarlos.
Comienza una época oscura en el Vaticano como nunca antes la hubo.
Las luchas internas por el poder son atroces en Mi sede.
Se enfrentarán cardenal a cardenal por el mando de este mundo.
No hay humildad en el cónclave.
Mi Espíritu Santo apenas tiene cabida en los corazones de Mis cardenales.
Están engañados porque buscan con la razón, y no con la apertura a Mi voluntad, la elección de Mi próximo representante.
Pero Yo he de dejarlos que se equivoquen.
He de dejarlos a su libre arbitrio porque la Trinidad, en Su sabiduría, tiene que permitir que ellos, Mis cardenales, sean los primeros que se conviertan a su Dios.
En estos días que quedan, deseo que oréis mucho por esta situación.
Porque la batalla es entre ángeles y demonios en la nueva elección papal y solamente la oración, el ayuno, el sacrificio y la limosna de mis fieles dará fuerza a los ángeles para vencer a los demonios.

Así lo establezco.
Amén.



«Ustedes estarán a mi lado, a pesar de que para el mundo permanezca oculto», dice Benedicto XVI
Habla con detalle de los tiempos del Concilio, dejando caer entre líneas lo que parecen sus sugerencias para el próximo Cónclave.

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