martes, 30 de noviembre de 2010

Mensajes de Nuestra Madre celestial, Anguera, Brasil

 

3401-Mensaje de Nuestra Señora, emitido el 18/11/2010

Queridos hijos, ser defensores de la verdad. Camináis a un futuro de grandes provocaciones. Grandes verdades de fe serán negadas y muchos hombres y mujeres de fe serán engañados. Escuchad las enseñanzas de la Iglesia de mi Hijo Jesús. No se dejen engañar por la pseudofilosofía. Acepten las enseñanzas de mi Hijo Jesús. Escuchad la voz de la Iglesia. Aquellos que son fieles serán salvos. Rezad. Solamente rezando podréis comprender los designios de Dios para vuestras vidas. Un hecho doloroso se dará en Tierra de Santa Cruz. En las orillas de un famoso río se verá gran destrucción. Sufro por aquello que viene para vosotros. Tened coraje. Dios está con vosotros. Este es el mensaje que os transmito en el nombre de la Santísima Trinidad. Agradezco me hayan permitido reunirme una vez más con ustedes. Yo les bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en Paz.

Mensaje de Nuestra Madre celestial Número:3402
2010-11-20

 
Queridos hijos, el tejado del mundo descenderá y habrá sufrimiento en muchas regiones de la tierra. He ahí los tiempos de las tribulaciones para la humanidad. Doblad vuestras rodillas en oración y seréis victoriosos. No desaniméis ante vuestras dificultades. Yo pediré a mi Hijo Jesús por vosotros. Tened coraje, fe y esperanza. El mañana será mejor para los hombres y mujeres de fe. Yemen y Argelia: la muerte vendrá y grande será la destrucción. Sufro por aquello que viene para vosotros. Abrid vuestros corazones al Señor y vivid dirigidos para el Paraíso para el cual únicamente fuisteis creados. No os alejéis del camino que os señalé. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.

3,403.- mensaje de nuestra Señora, que se transmite en la Maracanaú/CE el 23/11/2010

Queridos hijos, Iracema va a llorar por el sufrimiento de sus hijos. La Nueva Morada escuchará quejas y lamentaciones. Sufro por lo que tienen que pasar ustedes. Les pido que os mantengáis en el Señor. En Él está su verdadera liberación y salvación. Sed dóciles a mis llamadas. No deseo forzaros más abrid vuestros corazones y sed fieles. Vivís un tiempo de grandes confusiones espirituales. Buscad fuerzas en la oración y en la Eucaristía, y seréis victoriosos. Sed fuertes testimonios de que sois del Señor y que ya las cosas del mundo no son para vosotros. Sois del Señor y a Él solo deben servir y seguir. No retrocedáis. No lo dejen para mañana. Mi Hijo Jesús os ama y os espera con los brazos abiertos. Volved a El que ve lo oculto y que conoce vuestro nombre. He venido del cielo a reclamar lo que es de Dios. Es el tiempo oportuno para vuestro regreso. Avanzad sin temor. Estaré siempre a vuestro lado para bendecirlos y conducirles a Aquel que es vuestro camino, verdad y vida. Este es el mensaje que hoy les transmito en el nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reunirme con vosotros aquí una vez más. Yo les bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.

Mensaje de Nuestra Madre celestial Número:3404 2010-11-25
Queridos hijos, la humanidad beberá el cáliz amargo del sufrimiento. Ríos de fuego correrán sobre la tierra y muchos lugares desaparecerán. Muchos Ríos cambiarán su curso y surgirán lagos. Llegará el día en que el hombre deseará la muerte, pero deberá experimentar el peso de la cruz. Doblad vuestras rodillas en oración. Aún veréis horrores sobre la tierra. La criatura se alejó del Creador y se hizo ciego espiritualmente. He ahí el tiempo de los dolores para mis pobres hijos. Arrepentíos y volveos. Dios quiere salvaros, pero no quedéis de brazos cruzados. Lo que os digo NO ES para causaros miedo, pero para alertaros sobre aquello que aún ha de venir. Estad atentos. Buscad fuerzas en Dios y seréis salvos. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.

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